Agradecer: Práctica Divina y Terrenal

El agradecer es actuado y pensado como un acto divino. Inclinamos la cabeza y damos gracias al ser supremo por nuestros alimentos, salud, empleo y felicidad.

¿Acaso todo aquello que vivimos y disfrutamos es sólo gracias a los seres supremos?

¿Dónde reside la idea del “hombre como ser social”?

Considero que somos influenciados, tocados, amados, por otros seres humanos.

El día a día es lo que hace la vida  llevadera, satisfactoria, profunda y abundante. El estilo de vida llevado es gracias a nuestras elecciones y gracias a otros que nos brindan o brindaron amor, oportunidades, aliento, buenos y malos momentos, que conjuntados nos convierten en lo que hoy somos. Dichas influencias muchas veces no las agradecemos hasta que la gente muere.

Se piensa que la muerte nos convierte en seres celestiales al pasar a una vida divina, diferente a la  terrenal. Siendo esta idea la que finalmente nos da la licencia para brindar agradecimiento y reconocimiento a la persona que ahora ha muerto.

Encontrándonos así, en los funerales, escuchando o expresando comentarios maravillosos de aquél que murió.

Por ejemplo:

  •  Era un buen padre.
  • Era un excelente amigo.
  • Siempre me apoyó en todos mis proyectos.
  • Su alegría nos iluminaba el día.

No estoy en contra de estos comentarios sino del momento y circunstancia en que se emiten.

¿No sería mas provechoso que la persona estuviera viva y escuchara cómo influenció a los demás?

Ciertamente en un funeral aquél del cual se habla no aprecia lo que de él se dice.

Cuando la persona muere los vivos lamentamos no haberle expresado o galardonado la forma en que modificó nuestra vida. La culpa nos embarga si nos encontrábamos en malos términos con él o ella.

Otro aspecto al cual le damos un toque de divinidad es la enfermedad. Dicho toque nos convoca a abrir el corazón y hacer un análisis de conciencia de nuestra relación con el enfermo. Nos vemos rectificando,  retribuyéndole.

¿Por qué esperar a que las personas mueran o enfermen?

En la próxima reunión con tus amigos, familiares, seres queridos, tal vez resultaría una excelente oportunidad para incluir en el agradecimiento divino el terrenal.

Devolver al otro lo que le toca, lo que ha hecho por nosotros en cualquier ámbito sentimental, laboral, amoroso; enmendar esos resentimientos que nos han causando sinsabores.

Probablemente alguien al leer este artículo alguien piense en ti, y  manifieste próximamente su agradecimiento.

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