Infidelidad, nosotros SI pero los hijos NO

Se presentan infinidad de divorcios y un sin número causados por infidelidades.

La infidelidad es una traición a la pareja se ultraja la intimidad, confianza y  respeto. Para que exista un infiel se requiere de otra persona que se preste para dicha infidelidad.

Hay infidelidades casuales que se dan aleatoriamente sin planearlas en un momento de impulso.

Otras infidelidades son permanentes estableciéndose una “relación de pareja”,  ambos sienten que están hechos el uno para el otro. Comparten así su mundo particular en el cual son cómplices del engaño.

La mujer que se convierte en la amante, traiciona y denigra a su propio género (la esposa del otro) hiriéndola y poniéndola en evidencia.

Así mismo, el hombre que es el amante de una mujer casada, extiende su infidelidad a su género faltando a la integridad del marido de la otra.

¿Qué sucede cuando los amantes se casan?

Si el hombre se casa con el amante, o la mujer se casa con su amante. Aquellos amantes se convierten en esposos y esto al principio funciona pero después surge la interrogante ¿si él/ ella fue infiel conmigo, quién me asegura que ahora que soy la esposa(o) no sea infiel con otro (a)?

Es decir, el amante se prestó para serlo, existirán otros que también lo acepten.

Comienzan así los celos desmesurados, la desconfianza y un vigilar constante. La doble vida, hoy en día es muy común, sin embargo su frecuencia no la normaliza.

 ¿Cómo explicar a los hijos nuestra infidelidad?

Decimos acaso “Yo fui infiel pero tu no debes serlo” ¿Cuáles argumentos nos sustentan antes los hijos?

Imagino que no deseamos que nuestro hijo en un futuro fuese infiel a su esposa causando sufrimiento tanto a ella como a sus hijos (nuestros futuros nietos).

¿Vemos a nuestra hija siendo amante de un casado?

Hoy tu amante es hija de alguien y así tu hija puede repetir ese patrón que hoy tu normalizas.

Reprobaríamos este actuar en los hijos, quedándonos con el lema Nosotros Si pero los hijos NO.

Se requiere de más valor terminar una relación establecida sin tener a otra persona esperando en la puerta, que terminarla sabiendo que alguien nos aguarda con los brazos abiertos.

En estos tiempos, al parecer las personas son percibidas como desechables, existiendo una individualidad mal entendida, en donde por querer ser autónomos nos volvemos en un extremo egoístas.

 

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